Cachacos colombianos en las calles de Bogotá

Conozca a los cachacos de Colombia, los clásicos oriundos de Bogotá

Bogotá, ciudad de amores y odios, que siempre tiene los brazos abiertos a foráneos que, aunque fría, es acogedora. Llena de regios cachacos de Colombia.

Para adentrarse a esta tierra que está a 2.640 metros sobre el nivel del mar, hay que conocer la forma de llamar a los que aquí nacieron. Y además, conocer su cultura. Así que sumercé, siga leyendo para que se entere.

Los orígenes de la palabra “cachaco” y sus significados

Chatico, antes que nada, no busque la palabra “cachaco” en el diccionario, más bien entremos en materia. Empecemos por la palabra “cachaco”, significado y origen ¿de dónde viene la palabra cachaco? ¿Qué significa esa palabra para los oriundos de Bogotá? O sea, los cachacos de Colombia. ¿Y para el resto del país?

La etimología de esta palabra es incierta, pero según el Bogotálogo de Andrés Ospina:  “Hay quienes dicen que el término tiene su origen en el uso cotidiano de la prenda conocida como ‘cachet coat’ entre los bogotanos de antaño. Otros consideran que puede haber una relación entre éste y la palabra ‘casaca’, o con el quechua ‘k’acha’, alusivo a un individuo bonachón y de trato amigable”.

Tiempo atrás, si se referían a alguien como “cachaco”, esta persona debía ser un capitalino de buena familia y tradiciones. Además, cabe mencionar el buen vestir característico de un cachaco de la época. 

La palabra “cachaco” también es un adjetivo calificativo que se refiere precisamente a las personas elegantes y educadas. Pero ojo, este significado existe solo en Colombia. Es decir, si usted se refiere a alguien en otro país como “cachaco” queriendo decir que este es educado, posiblemente no le vayan a entender.

Por otro lado, “cachaco” también es el nombre que se usa para una variedad de plátanos que se cultivan en Colombia. El plátano cachaco es protagonista de numerosos platos de la región cundiboyacense y se caracteriza por ser popocho y más pequeño que el plátano común.

Hay que aclarar que muchos entienden por “cachaco” aquel nacido en Bogotá. Pero para otros, como para la gente de la costa colombiana, el cachaco es toda persona nacida de Magangué hacia el sur. Es decir, personas del interior del país.

Con varias interpretaciones y significados, la historia de la palabra “cachaco” se vuelve interesante. Ya que, dependiendo de su contexto, época y trama, la palabra puede evocar conceptos totalmente opuestos.

Cachaco, rolo y bogotano

Volviendo a la forma de referirse a los capitalinos, también hay que nombrar la palabra “rolo”. Actualmente, muchos la entienden como un sinónimo de cachaco, sin embargo, existe una diferencia sustancial.

El origen de la palabra “rolo” viene de la época colonial; los españoles la usaban de forma despectiva para referirse a los mestizos nacidos en Bogotá. Esto se debe a su manera de pronunciar las palabras que tenían la letra “r”. La singular pronunciación se debía a que no hacían vibrar la lengua al pronunciarla, sino que enrollaban la lengua hacia atrás produciendo un sonido particular. Por esta razón los españoles se burlaban de ellos y los llamaban así.

Pero más allá de la etimología anteriormente mencionada, existe una diferencia muy interesante entre cachaco, rolo y bogotano. Esta hace referencia a la procedencia de cada individuo.

Ya sabemos que los cachacos son de Bogotá, pero únicamente se les dice así a las personas que son hijos a su vez, de nacidos en Bogotá. 

El término “rolo”, es utilizado para referirse a una persona nacida en Bogotá, hijo de un cachaco y un no nacido en la capital. Algunos conocedores del tema dicen que este término viene de la palabra “enrolarse”. Refiriéndose a cuando un cachaco se enrolaba con un fulano de tal no nacido en Bogotá.

Por otra parte, existe el término “bogotano” que se utilizaba para referirse a la persona nacida en Bogotá, pero que sus padres no eran de allí. Actualmente, esta es la manera de llamar a todos los nacidos en la capital de Colombia. 

La pinta cachaca, cachaquísima

El vestir típico de los hombres cachacos consistía en usar corbatín, saco, camisa manga larga, saco tejido, pantalón, zapatos de charol y sombrero. ¡Ala, todo un filipichín!, dirían en esa época. En las mujeres se trataba de guantes, vestido y camisa manga larga. Algo en común de ambos era el uso de gabanes o abrigos por el típico clima paramuno de la capital, más intenso antiguamente, y la infaltable sombrilla. Cosa que hasta el día de hoy, perdura en el outfit urbano por el vaivén súbito entre sol y lluvia bien conocido por los habitantes de Bogotá.

A propósito de la pinta cachaca tan chusca, aquí la tiene, para que admire cómo se ve el propio cachaco. Así, cuando usted camine por La Séptima, Monserrate, Chapinero u otro rinconcito de Bogotá, lo reconozca. 

¡Ah caray! Pero de esta pinta cachaca queda poco. Actualmente, lo último en guaracha consiste en jeans, tenis o botas, camiseta y chaqueta tipo Michelin. Y por supuesto, el paraguas. Pero de que hay cachacos vestidos como antes, a lo original, todavía los hay. Solo es recorrer las calles recovecudas del centro de Bogotá y frecuentar los cafés aún sobrevivientes de la época.

Tiempo atrás, así hablaba un cachaco

Actualmente, la forma de hablar de los que nacieron en la capital tiene particularidades. El acento de ellos es suave y bajo en comparación a otros acentos del país. Lo que más resalta de la manera en la que se expresan los bogotanos, es la entonación que hacen al final de cada oración. Esta característica resalta en la formulación de preguntas, pues al final de estas hay un timbre particular en el tono.

Sucede lo mismo con la jerga de los cachacos. Como en muchas otras partes del país, el uso del lenguaje es distinto y particular de la zona. Esta forma de hablar claramente ha hecho parte de la cultura que los identifica.

Por ejemplo, expresiones como “chirriado” quiere decir que algo es maravilloso.

Y a propósito de chirriado, ala, aquí tiene una postal llena de las expresiones bogotanas, para que las tenga siempre presente. Expresiones tales como Sumercé, que se utiliza para referirse a alguien de manera cordial y respetuosa. También algunas comocarachas”, “fregar” o “pisco las puede encontrar en la postal. Véala sin compromiso.

Ahora, aclaremos que la forma de hablar también cambia. La manera de pronunciar la letra “r” ha cambiado, por ejemplo, y del mismo modo la jerga. Algunas palabras como las que encontró en la postal “Bogotanismos” son palabras de antaño que ya no se escuchan mucho.

Bogotá multicultural

Bogotá tiene su encanto, y aunque la vida va rápido en la capital, siempre hay tiempo para tomar un canelazo y sentirse orgulloso de esta tierra y de las montañas que la rodean. Encontrar fascinación en las historias que tienen por contar, lugares como el Chorro de Quevedo, La Candelaria, La Plaza de Bolívar, entre otros.

Y más aún, de las bonitas costumbres cachacas que no se han perdido.

Esta es una ciudad inmensa con millones de habitantes, dispuesta a recibir muchos más, tanto nacionales como extranjeros. Pues al ser la capital de Colombia, personas de todos los departamentos llegan allí en busca de oportunidades. Veci, usted ya sabe que Bogotá no solo es tierra de los chacos de Colombia.

En la capital convergen personalidades de todo el país. Una ciudad múltiple y compleja  que destaca por su riqueza cultural y gastronómica. Que, además, invita a la diversidad y que se encarga de acoger a todo el que caiga. Como recomendado, le tenemos el Ciclopaseo Cachaco, un evento anual donde le hacen un homenaje al cachaco de antaño, disfrazándose con la pinta cachaca clásica, recorriendo en bici la ciudad.

Así que Sumercé, invitadisimo a descubrir Bogotá, que está bien chusca, vivir las  tradiciones que aún le quedan, su cultura cachaca, diversa y popular desde la memoria colectiva de todos los bogotanos y, por supuesto, a conocer un cachaco original, ala.

Escritora: María Rodriguez y Bogotá Chirriada

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