Onces bogotanas

No dejes para mañana lo que puedes tardear hoy en las onces bogotanas

¡Con lo rico que es comer! Somos hinchas de las onces bogotanas, la tentación irresistible que se convirtió en la tradición del ocio para degustar a diario

Comer es de los pocos actos de supervivencia que son placenteros. Como colombiana, me siento afortunada de poder apreciar tanta diversidad de sabores como de paisajes existentes en nuestro territorio. Cuando nos preguntan por la comida típica de Colombia es imposible elegir una entre la abundancia. Lo cierto es que una tradición del centro del país se abrió paso entre caminos y estómagos. La idea de picar entre el almuerzo y la cena pasó a ser una práctica arraigada en lugares más allá de la capital. Así fue como las onces bogotanas se extendieron de norte a sur con versiones regionales que le dieron más variedad.

¿Qué caracteriza a las onces bogotanas?

A eso de las cuatro de la tarde se escuchan olletas en las estufas de las casas bogotanas. En ellas se prepara la segunda tanda de tinto del día, aguapanela o chocolate. Para acompañar la bebida caliente, se echa mano de cualquier producto de panadería: panes, buñuelos, almojábanas, lo que haya en la alacena. La tradición gastronómica está hecha para engañar el hambre mientras se comparte con familia o amigos. Ocurre después de que ha pasado el efecto del almuerzo y cuando aún es temprano para cenar.

La costumbre del tentempié se hizo tan habitual, que pasó de las casas a los restaurantes. El salón de onces en Bogotá es un ícono propio de la ciudad. Entre tres y cinco de la tarde es habitual ver los cafés y panaderías con sus sillas llenas de comensales. Hay para todos los gustos y presupuestos. En Bogotá Chirriada nos tomamos el trabajo de armar esta lista con la barriga llena y el corazón contento.

  • Si quieres café completo (pan, almojábana, quesito, mermelada, mantequilla, leche y café), en la Pastelería Florida debes comer.
  • Si estás antojado de milhojas, postre de tres leches o ponqué envinado, a la Toledo te debes asomar.
  • Si quieres conocer Santafé de Bogotá y probar la tradición desde 1816 hasta hoy, la Puerta Falsa debes cruzar.

¿De dónde salieron las onces santafereñas?

Nos vieron la cara a los convencidos de que era una alusión a la hora del té, que marcaba un número para indicar el momento de tomarlas. De ser así, se llamarían las tres, las cuatro o las cinco. Como buenos colombianos, encontramos la manera de darle el doble sentido a la acción. La tradición oral cuenta que los monjes franciscanos acostumbraban tomar aguardiente para hacerle el quite al frío santafereño. Lo bautizaron “el once letras” para poner el conteo de la palabra en clave de darse unos guarilaques.[1]

Así fue como “tomar el once” pasó de monjes a feligreses y se popularizó, hasta que llegó al dominio hogareño. En ese momento se rebautizó como “tomar onces” y el trago de guaro[2] se transformó en café, chocolate santafereño y aguapanela con la familia. Pero también hubo una manera en que el once letras se inmiscuyó en las reformadas onces para compartir. De ahí que entre nuestras bebidas calientes tradicionales contemos el carajillo[3]  y el canelazo[4].

La merienda de los bogotanos

La merienda en Colombia

Gracias a que la vida de nuestra nación comienza en el campo, comer hace parte de nuestro ser. Podemos vivir de frutas y vegetales todo el año. Nos encanta el sabor de la tierra y agradecemos siempre lo que ella nos da. Por ello, a la hora de las onces bogotanas tenemos el apetito bien puesto y no las dejamos pasar. En los lugares fríos del país, tomar bebidas calientes y acompañarlas con productos de panadería es un deleite. En los lugares cálidos, en su lugar, tomar bebidas frías y acompañarlas con fritos es la preferencia.

Sin importar que sea milo caliente con pan de bono o jugo de lulo con arepa e huevo, ¡qué rico merendar! Ahora, dependiendo de donde nos ubiquemos en el mapa, le llamamos diferente a las onces. En la costa del Caribe le decimos recreo, en la costa del Pacífico le llamamos mecato. En Antioquia y el eje cafetero hablamos de “el algo”, en los santanderes le decimos media tarde. Y si bajamos un poco más, en el Huila y el Cauca, le llamamos segundillas. De cualquier manera, sabemos que nos referimos al bitute [5] para mecatear[6].

Postal a la hora d elas onces
Postal "A la hora de las onces"
Fieles al legado del sabor

A diferencia de las otras tres raciones, nos sentamos a merendar por puro goce. La gastronomía de Bogotá y su costumbre colonial de sentarse a tomar las onces hizo bien al sentido del ocio asociado a la comida. De manera que en nuestra versión de tomar el té, está incluido chismosear con los amigos o la familia. También es darse un descanso del agite de la rutina. Es comer algo que nos gusta, que casi siempre tiene un pecadillo y por eso sabe mejor que las otras comidas. Si en cada región tiene un nombre distinto, se debe a su informalidad.

Hay arraigos que pasan desapercibidos de tan sutiles que son. El valor de la cultura se encuentra en la identidad y el gozo que produce su práctica. El arte, los colores, los atuendos y la gastronomía son, al tiempo, placeres y caracterizaciones de donde nacemos o vivimos. Cuando nos citamos para merendar la atención al otro está más dispuesta porque no tiene las rigurosidades del desayuno, el almuerzo o la cena. Todas son razones para elogiar las onces bogotanas. Esperamos que este legado sea reivindicado a diario, es muy sabroso para echarlo a perder.

Glosario

[1]

[2]

[3]

[4]

[5]

[6]

Acción y efecto de tomar aguardiente.

Sinónimo de aguardiente.

Café con aguardiente.

Aguapanela con aguardiente.

Sinónimo de comida.

Sinónimo de comer refrigerio.

Escritora: Laura Campo

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