Las tarjetas de regalo clásicas

Los puentes de la memoria se conectan por tarjetas de regalo

Desde las letras chirriadas tenemos un atado de deseos: que el afecto sea tanto que las cajas de zapatos viejos se desborden de tarjetas de regalo

Hace poco hicimos un viaje con mi pareja. En él nos preguntamos qué queríamos llevar a casa de recordatorio y decidimos que la mejor opción eran las postales. La decisión fue tomada con base en que ellas, a menudo, narran sus lugares de procedencia sin ocupar espacio en la maleta. Les cuento mi experiencia con las tarjetas de regalo.

La carta de regalo teje redes de sentimientos

Cuando recibo una postal lo primero que hago es tocar el papel para saber en qué se imprime en el lugar del que viene. Me gusta pasar las manos por ambas caras para reconocer la textura: si es lisa, si tiene relieves, si está esmaltada. Luego miro la cara para saber qué cuenta: si hay un paisaje, si hay un monumento, si es una fotografía o una ilustración. Cuando tiene letras me detengo en ellas porque pienso que así se escribe allí, que los humanos escribimos diferente según el lugar en el que nacimos.

Una vez agoto la cara de la tarjeta, doy la vuelta y paso a apreciar su contracara. Es encantador que digan de dónde son, que me cuenten el nombre de la ilustración o el lugar de la foto de la cara. Los números que las acompañan son intrigantes: códigos de barras, direcciones o teléfonos a los que nunca llamaré. Me hace pensar que hay alguien que quiere mostrar su ciudad o su país para que todxs queramos visitarlo. Tal como lo hacemos con nuestras postales de Colombia

El momento más bello e íntimo con ellas es cuando traen escrita una nota de regalo. Cuando sé que la persona que me la entrega vio en ese papel un obsequio y me escribe algo contando una parte de su viaje. Por supuesto, escribo esto mientras observo las postales de regalo que trajimos del viaje. Espero que quien lea estas letras desempolve sus tarjetas y vuelva a ellas con añoranza.

¿Cuándo fue la última vez que diste postales de regalo?

Creo que el amor por las tarjetas se remonta a mi infancia. Mis papás tenían un álbum de fotos con las tarjetas para regalo que acompañaban los obsequios que recibí cuando nací. Las historias de las relaciones con los objetos cotidianos suelen ser las más enternecedoras. Cuando alguien va a dar un regalo se toma el tiempo de escoger la tarjetica que mejor lo acompañe. Ponemos con nuestra mejor letra el De: y el Para: y la fecha del cumpleaños.

Pero sabemos que los regalos y detalles originales van más allá de los cumpleaños. Cuando era adolescente se popularizaron los credividrios —dicho así porque eran credenciales de vidrio alagradas—. Era tradición dar esas tarjetas para regalos personalizados. Se llamaban así porque eran credenciales hechas en vidrio para toda ocasión. Las dábamos y recibíamos en todas las fechas: amor y amistad, amigo secreto, día de… (maestro, estudiante, madre, padre) y, más vale, en el cumplemes —aniversario de meses— con el amor colegial.

En ese momento también circulaban las cartas de regalo, que llegaron hasta los tiempos de Universidad. Tanto a los amores como a las amistades les escribía cartas. Era el regalo más íntimo, que guardaba secretos y confesaba afectos. Con el tiempo, la escritura de ellas se sustituyó por los correos y luego por los mensajes WhatsApp. Aunque algo de lo análogo sobrevivió, y el gusto por las postales de regalo ha llegado hasta estos días.

Regalos y detalles originales entre lo análogo y lo digital

Con la oleada de consumo virtual, los exhibidores con tarjetas de regalo comenzaron a vaciarse. Sabes que la miscelánea no se ha actualizado cuando aún cuenta con un buen número de esquelas de Giordano. En mi caso, confieso que siento debilidad por los lugares que tienen exhibidores con tarjetas para matrimonio, bautizo, primeras comuniones y felicitaciones para toda ocasión. Mis ojos se pierden en la nostalgia de quienes todavía compran credenciales para cortejar o regalan tarjetas Zea. Hablo de aquellas credenciales con mensajes de amor y amistad escritos en Comic Sans y con dibujos de personajes fantasiosos, siempre sonrientes.

Lo que puede ser percibido como cursilería en ciertos espacios o por algunas generaciones fue la manera de estrechar los vínculos afectivos entre parejas, familia y amigos. Si no, que lo digan quienes recibieron las tarjetas de regalo personalizadas de Timoteo. La manera vertiginosa del paso del tiempo ha modificado la escritura manual y los regalos y detalles originales. Por fortuna, ha encontrado un sustituto en otras maneras de expresar el cariño, y hemos dado paso a las tarjetas de regalo virtuales.

Set de tarjetas de parques nacionales de Colombia
Set de tarjetas de Parques Nacionales de Bogotá Chirriada

Aceptémoslo, la virtualidad nos ha facilitado elecciones

Hay que decir que con la difusión del correo electrónico y las redes sociales quienes usaron credenciales en su juventud se sintieron dichosos. Las tarjetas animadas con saludos de buenos días, llenas de detalles inundan los estados de WhatsApp y Facebook de toda una generación.

Más allá, los obsequios también se vieron modificados. Las tarjetas de regalo virtuales y los bonos de regalo han pasado a ser los detalles predilectos. Y sí, tiene sentido. En lugar de especular el color de la blusa que le gustaría a mamá, le doy el bono para que ella la elija a su gusto. También tiene sentido que en lugar de comprar directamente una banana para pasear pueda conseguir un kilo de regalos en Bogotá Chirriada.

La importancia de dar tarjetas de regalo

En este viaje reciente que hice con mi pareja visitamos a mi primer amor. Nos quedamos en su casa, donde vive con el amor de su vida. Una de las noches del viaje hicimos pijamada, tomamos té y comimos mousse de chocolate. El centro de la pijamada fue abrir la cajita en la que aún guarda todas las cartas de amor y amistad que escribí para él. Leímos las tarjetitas que hacíamos a los 15 años con los sueños intactos. Contamos las historias alrededor de ellas.

Los recuerdos que llamaron mis letras en su casa a las afueras de París inundaron a la ciudad del amor por el que es afamada. Tuvimos la fortuna de contar a los amores de nuestras vidas cómo nos enamoramos por primera vez. Soy una defensora del papel y la tinta. Hace que esta historia, que pudo ser un recuerdo elaborado por mi mente, fuera un recuerdo probado entre cartas y tarjetas. Escribir cartas de regalo, notas de regalo, postales de regalo es fortalecer el amor. Cada tanto procuro dejar un recordatorio con papelitos a mis amados. Es mi manera de contarles que el sentimiento se sale del corazón y reposa en las letras, por las que siento devoción.

Escritora: Laura Campo

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